Sí. Hay momentos que me gustaría compartir contigo.
Aunque continúo conmigo, es tan difícil sobreponerse al
dolor…
Con qué miedo camino por la terminal, deseando no
encontrarte ni encontrarla.
Con qué nostalgia recorro espacios y momentos que hasta no
hace mucho compartía contigo aunque fuera a lo lejos.
Me es imposible ocultar el dolor a través de mis ojos aunque intente
disfrazarlo con una sonrisa marcada.
“¿Qué tienes?” es la pregunta habitual a la que contesto “es
sólo que estoy cansada”. Y en realidad es cierto… estoy cansada de extrañarte,
cansada de llorarte, de preguntarme tantas cosas… Cansada de esperar
respuestas, esperarte…
No eres una persona mala… me lo repito todo el tiempo.
No sé qué te llevó a quedarte callado tanto tiempo y no supe más cómo decirte
en diferentes formas que esto me mata.
Quiero creer que fui real para ti. Quiero creer que fuimos
reales, que el cariño, la amistad, la pasión y los buenos momentos marcados por
ello fueron auténticos… pero me matan los cuestionamientos del por qué, cómo
cuándo, dónde que me hacen dudar de lo que tanto amo creer.
Quería tanto estar contigo este fin de semana… compartirte a
mi familia, mis momentos… qué buenos momentos.
…Y sin embargo no estás.
Admito también que me hirió verte hace un par de semanas. No
estaba preparada para verte y más bien, había preparado todo para no hacerlo, sin
embargo la situación ordenó que te viera… y me desencajó tanto que fueras, me
saludaras y me abrazaras como si nada pasara. Un abrazo del cual quería safarme
a toda costa... me quemaba el dolor de verte y saber que estabas ahí sin decir
nada y que seguirías sin decir nada. Estaba llorando a gritos ahogados y no me
escuchaste con tus ojos… ¿Para qué fuiste? ¿Te es indiferente mi dolor o ni
siquiera lo notas?
Ojala pudiera…
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