martes, 28 de agosto de 2012

Después de todo



Después de todo -pero después de todo- 
sólo se trata de acostarse juntos, 
se trata de la carne, 
de los cuerpos desnudos, 
lámpara de la muerte en el mundo. 

Gloria degollada, sobreviviente 
del tiempo sordomudo, 
mezquina paga de los que mueren juntos. 

A la miseria del placer, eternidad, 
condenaste la búsqueda, al injusto 
fracaso encadenaste sed, 
clavaste el corazón a un muro. 

Se trata de mi cuerpo al que bendigo, 
contra el que lucho, 
el que ha de darme todo 
en un silencio robusto 
y el que se muere y mata a menudo. 

Soledad, márcame con tu pie desnudo, 
aprieta mi corazón como las uvas 
y lléname la boca con su licor maduro.


(Maestro Sabines - "Después de todo")

jueves, 23 de agosto de 2012

Sueños, deseos, anhelos.
La claridad con la que te siento. La intensidad con la que te deseo.
Escalofríos recorren mi cuerpo que te llama a gritos silenciosos.
Sí. Sigues aquí como antes.
Sé que algún día te irás también de mi mente... pero no hoy.
Hoy, como antes, te siento, te deseo, te reclamo.
Hoy eres mío y yo soy tuya una y otra vez.
Hoy basta con detenerme un poco para sentirte.
Sí. Estas aquí... aunque lo ignores.
Hoy me pierdo nuevamente en tus brazos y me fundo en tus besos.
Hoy somos nosotros, aunque sólo sea en mis sueños.

lunes, 13 de agosto de 2012


Mansamente, insoportablemente, me dueles. 
Toma mi cabeza. Córtame el cuello. 
Nada queda de mí después de este amor. 

Entre los escombros de mi alma, búscame, 
escúchame. 
En algún sitio, mi voz sobreviviente, llama, 
pide tu asombro, tu iluminado silencio. 

Atravesando muros, atmósferas, edades, 
tu rostro (tu rostro que parece que fuera cierto) 
viene desde la muerte, desde antes 
del primer día que despertara al mundo. 

¡Qué claridad de rostro, qué ternura 
de luz ensimismada, 
qué dibujo de miel sobre hojas de agua! 

Amo tus ojos, amo, amo tus ojos. 
Soy como el hijo de tus ojos, 
como una gota de tus ojos soy. 
Levántame. De entre tus pies levántame, recógeme, 
del suelo, de la sombra que pisas, 
del rincón de tu cuarto que nunca ves en sueños. 
Levántame. Porque he caído de tus manos 
y quiero vivir, vivir, vivir.

(Jaime Sabines)